Hormonas Cíclicas nos cuenta las 3 causas principales de la Amenorrea Hipotalámica Funcional.

 Por @hormonas_ciclicas

Pese a afectar a más de 17,4 millones de mujeres en todo el mundo, el término “amenorrea hipotalámica funcional” sigue siendo una patología poco reconocida, ignorada y sufrida en soledad. La amenorrea hipotalámica funcional (a la que nos referiremos como AHF en este post) consiste en la ausencia prolongada de la menstruación en mujeres que han tenido ciclos regulares en el pasado. Tres ciclos ausentes son suficientes para empezar a explorar un diagnóstico de AHF.

¿Qué es la amenorrea hipotalámica funcional?

La AHF se denomina, en efecto, funcional, al ser consecuencia de una supresión del eje hipotálamo-pituitario-gonadal. Este eje está formado por el hipotálamo, zona del cerebro en control de la producción de hormonas; la glándula pituitaria, órgano que lleva a cabo la producción regulada por el hipotálamo; y las gónadas o, en este caso, los ovarios, órganos reproductores en los que se sintetizan gran parte de las hormonas sexuales como el estrógeno. 

La supresión de este eje se produce como un efecto dominó y altera la secreción de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). Una alteración, aunque leve, de los ritmos de secreción de esta hormona, desequilibrará la producción de la hormona foliculoestimulante (FSH) y de la hormona luteinizante (LH), obstaculizando la ovulación. Sin ovulación y sin el hipotálamo regulando la producción de estrógeno y progesterona, nuestro ciclo menstrual es inhibido.

La causa principal de la amenorrea hipotalámica funcional

Cada caso de AHF es único, con su origen e historia propia. Sin embargo, en términos fisiológicos, padecer AHF se ha visto inequívocamente unido a un factor: el estrés. El estrés ha sido una herramienta esencial para nuestro organismo a lo largo de su evolución, avisándonos de posibles peligros y preparándonos para responder a distintas amenazas. Al fin y al cabo, nuestro organismo tiene como objetivo sobrevivir, por encima de cualquier otra cosa.

Pese a no enfrentarse a las mismas amenazas, nuestro cuerpo sigue experimentando los mismos cambios hormonales cuando se siente amenazado. Esta respuesta se traduce en la secreción de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Nuestro cuerpo sólo entiende un lenguaje, y ese es el hormonal. Sea cual sea su causa, nuestro cuerpo percibirá estrés y pondrá en marcha un protocolo que nos ayudará a responder a aquello que nos está causando alarma.

Pero, ¿qué ocurre cuando la amenaza la creamos nosotras? Entre las causas más comunes de estrés en pacientes de AHF encontramos dietas restrictivas, ejercicio físico excesivo y estrés crónico. La combinación de estos tres factores ha sido tan recurrente que fue acuñada por la comunidad científica como “Triada de la Atleta”, término recientemente incluido dentro del concepto de RED-S, del inglés Relative Energy Deficiency in Sport.

Si nuestro organismo está expuesto a niveles de cortisol elevados de forma sostenida, nuestro cuerpo interpretará que estamos en constante peligro y priorizará, como hemos dicho antes, por encima de cualquier cosa, la supervivencia de nuestro organismo, dejando de lado otras funciones menos esenciales como, por ejemplo, la reproductiva. Piénsalo bien, con nuestro cuerpo sintiéndose en constante peligro, ¿sería biológicamente sabio el traer un bebé al mundo?

La AHF puede producirse debido a una dieta restrictiva

Una dieta restrictiva, fisiológicamente hablando, es aquella cuyo aporte calórico no es suficiente. Se estima que reducir nuestra ingesta calórica un 33% por debajo de nuestras calorías de mantenimiento sería suficiente para desequilibrar nuestra función reproductiva. Es decir, si las calorías que nuestro cuerpo necesita para su mantenimiento fueran 2000kcal/día, reducirlas por debajo de las 1320kcal/día podría causar, casi de forma inmediata, el desajuste de nuestro ciclo menstrual.

El cuerpo humano no está hecho para vivir en un constante déficit calórico. La relación de causa y efecto entre un aporte calórico deficiente y la AHF ha hecho que esta patología sea particularmente habitual entre mujeres que sufren o han sufrido trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia o la bulimia. En estas pacientes, además, se han observado niveles mínimos de leptinas, hormona cuya función incluye la regulación de energía y de nuestra tasa metabólica basal.

El deporte en exceso podría causar AHF

Se estima que entre un 3,4% y un 70% de las mujeres, que practican deporte de forma habitual, padecen AHF. La amplia horquilla se debe a la gran variación que se observa dependiendo de la disciplina deportiva, es decir, la cantidad de mujeres con AHF es mayor entre aquellas que practican gimnasia rítmica que entre las que hacen halterofilia. Pese a ser una clara señal de alarma por parte de nuestro cuerpo, la pérdida del ciclo menstrual es habitual en deportes de alto rendimiento.

Practicar deporte en un estado de AHF no sólo sería contraproducente para nuestro organismo, aumentando su exposición al estrés, sino también peligroso para nuestros huesos y músculos. En los cuadros de AHF, nuestras concentraciones de estrógeno se reducen. Esta hormona tiene un efecto regulador en nuestro huesos y músculos, promoviendo su fortalecimiento y evitando su desgaste. Entrenar en AHF podría aumentar nuestro riesgo a padecer roturas más graves. 

No saber administrar el estrés podría estar detrás de la AHF

En los últimos años, los niveles de estrés a los que nos exponemos han aumentado exponencialmente. Y, aunque se vanaglorie, el estrés es nocivo incluso en pequeñas dosis. Vivir en un estado de estrés constante puede hacernos entrar en cuadros de estrés crónico o patológico, unidos a ataque de pánico, ansiedad y depresión. Pese a darse en combinación, una mujer puede sufrir de AHF sin restringir su dieta ni practicar deporte intenso, sólo por estrés.

Un cuadro de AHF podría, además, hacernos más propensas a sufrir ansiedad y depresión debido, de nuevo, a la reducción del estrógeno. El estrógeno influye en la producción de neurotransmisores reguladores de nuestro humor como la serotonina o la dopamina y, por consiguiente, unos niveles de estrógeno bajos pueden comprometer la producción de estos neurotransmisores, afectando nuestra función cognitiva y nuestra capacidad de regular emociones.

¿Qué hacer entonces para evitar presentar un cuadro de AHF?

¡Balance! Hoy día puede sonar como algo muy difícil de alcanzar pero es importante que, si no somos atletas de alto nivel, no sacrifiquemos resultados por bienestar. 

Puede parecer irónico que una actividad física nos genere estrés pero es posible, sobre todo en deportes de competencia. Es por eso que es importante para las atletas que puedan tener una vida más allá de su vocación deportiva y que dentro de su equipo interdisciplinario se incluya la asistencia psicológica para bajar los niveles de estrés. 

Por otro lado, si nuestros objetivos están enfocados hacia la pérdida de peso, recordemos que delgadez no necesariamente significa salud y que es importante que el déficit calórico sea supervisado por profesionales en el área de nutrición deportiva. 

Conocer sobre nuestras hormonas y su importancia en el funcionamiento de nuestro cuerpo nos puede ayudar a mantenernos alertas ante cualquier deficiencia que podamos presentar. 

Entonces: ¡A entrenar, a comer bien y a cuidar de nuestra salud mental y hormonal!

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